Saturday, February 11, 2012

Nuestra motivación



 En estos últimos 47 años el despliegue de todas las formas de opresión y alineación a cargo de la clase dominante-gobernante, subordinada al poder imperial de los EEUU y demás centros del capitalismo mundial, ha creado en nuestro país una situación caracterizada por el empobrecimiento del pueblo trabajador, incluidos amplios sectores de las capas medias, por la opulencia de las élites enriquecidas, el saqueo de nuestros recursos naturales, la contaminación y la depredación ambiental, el deterioro institucional, la profundización de la dependencia  y el incremento de la violencia y la delincuencia como modo de gobernar.

 En  las últimas tres décadas la imposición del modelo neoliberal bajo  tutela imperialista y oligárquica, con sus privatizaciones y “desregulaciones”, con la complicidad de las partidocracias corrompidas del PLD, PRD, PRSC y sus grupos satélites, ha generado escandalosas desigualdades sociales.

 Así mismo ha provocado un altísimo deterioro del aparato productivo nacional, insostenibles niveles de endeudamiento público (ascendente a 23 mil millones de dólares, que comprometen en pago de intereses y amortizaciones unos 120,000 millones de pesos anuales, un 27.9 % del presupuesto nacional, con un monto total de la deuda que se estima en unos 430 mil millones de pesos, equivalentes al 46 % del PBI).

 Igual ha causado graves precariedades en los servicios públicos fundamentales, alarmantes reducciones del poder de compra, de salarios y sueldos precarios, progresivos aumentos del costo de la vida, galopante e insostenible corrupción estatal  y agobiantes niveles de inseguridad ciudadana… las cuales ya se han tornado realmente insoportables para casi toda la sociedad.

 Estamos, además, ante la transformación del Estado dominicano en un “narco-estado” y ante la conversión de la partidocracia tradicional, el generalato y el empresariado inescrupuloso que lo administran en una claque gansterizada, que se recicla dentro de un sistema electoral excluyente, viciado,  corrompido y oligopolizado; al compás del auge de la corrupción, el clientelismo, la degradación y el control dictatorial de todas la instituciones y poderes del Estado.

 Esa realidad ha sido constitucionalizada en una carta magna neoconservadora, privatizadora, garante del saqueo, la impunidad y la dictadura institucionalizada.
 En ese contexto el sistema bipartidista ha pasado a ser un mecanismo gerenciado por dos grandes compañías por acciones, el PRD y el PLD, auxiliadas por el decadente PRSC y grupos satélites; manipuladas ambas por sus dueños y caudillos enriquecidos, asociados a diversos grupos oligárquicos y a mafias empresariales y burocráticas. 

Al mismo tiempo, como resultado de las contrarreformas constitucionales del 2010 y del dominio del Senado por el PLD y por el presidente Fernández, se ha producido el control absoluto del Poder Judicial, la Cámara de Cuentas y el Poder Electoral, conformándose una especie de dictadura institucionalizada operada por la alta jerarquía de fuerza con capacidad en cada circunstancia de controlar simultáneamente, en el presente o en perspectiva, el Senado y el Poder Ejecutivo,  y, de todas maneras, en  el corto plazo un secuestro político de las cortes judiciales con intenciones de blindaje e impunidad a favor de la partidocracia corrompida del PLD, formalmente vigente hasta las elecciones del 2016.

 A todo esto se agrega la actual crisis integral de la civilización burguesa. La peor crisis del capitalismo en toda su historia. Ella se ensaña de manera especial sobre los países dependientes y periféricos del sistema.
En todas partes -y en particular en este país- esa crisis ha potenciado la voracidad de la clase dominante-gobernante, empecinada en un enriquecimiento rápido y fácil, a través de la especulación, el tráfico de influencia, los narco-negocios y la depredación de los recursos naturales.

Aquí, además, tiende a reducir sensiblemente los ingresos por concepto de exportaciones, turismo, remesas y flujos de capitales externos; agravando la crisis siempre abordada por el FMI, el BM y los gobiernos de turno, sacrificando al pueblo, a los productores nacionales y el patrimonio del país.

Las recetas neoliberales y las nuevas guerras de conquista han puesto en riesgo a la humanidad, y en ese contexto nuestra querida Quisqueya está siendo saqueada con riesgo de muerte. La tragedia de la depredación y vulnerabilidad de la hermana República de Haití es, sin duda, una seria advertencia.

Esto explica las pretensiones de la Barrick, Gold Corp., La Hispaniola, Uni Gold y otras corporaciones de la mega-minería (amparadas en contratos leoninos) de apropiarse y explotar a su favor nuestros ricos yacimientos de oro, plata, manganeso y otros minerales estratégicos, sin reparar en los daños que le provocan al ambiente, el envenenamiento de  nuestras aguas y  de nuestra naturaleza. 

Explica también el grosero y doloso reparto a favor de grupos oligárquicos y nuevos grupos económicos de las mejores tierras rurales, urbanas y costeras del país incluidas las cabeceras de los principales ríos del país, lo que apunta hacia la privatización de las fuentes de agua.

Nada de esto se supera desde este sistema, estas instituciones y estos gobiernos. Habrá que producir una transformación estructural profunda llamada a crear nuevas relaciones sociales, nuevas relaciones de poder y nuevas instituciones. Habrá que potenciar la indignación de la sociedad descontenta en dirección al cambio, al poder constituyente basado en la participación popular.

En verdad, hay que cambiarlo todo, comenzando por este gobierno, sin favorecer en lo inmediato su relevo por el PRD o por cualquier otro gobierno parecido, por lo que es imperioso presentar una propuesta unitaria del conjunto de las izquierdas y las fuerzas transformadoras de que somos parte.

En tal sentido es necesario entender que ninguna crisis de por sí, por profunda que sea, genera los cambios capaces de superar sus causas y la formación económica, social y política afectada por ella. Es preciso conformar y unificar las fuerzas alternativas capaces de crear el nuevo poder transformador, y hacerlo desde la movilización social y política, acompañada de propuestas consistentes, conectadas con el sentir y las necesidades del pueblo en cada período.

A ese propósito responden estos ejes y propuestas programáticas en este período de la vida nacional, sustentados por el conjunto de sectores, grupos y personas de las izquierdas revolucionarias que las suscribimos.